La rigidez de la tenencia académica se convierte en un obstáculo para las universidades en tiempos de cambio.
La tenencia académica ha sido durante mucho tiempo un tema de debate en el mundo de la educación superior. Mientras algunos defienden el sistema como una garantía de la libertad académica y la estabilidad laboral, otros argumentan que la tenencia limita la flexibilidad y dificulta la adaptación a los cambios en el mercado educativo. En medio de la crisis actual que enfrentan las universidades, la discusión sobre la relevancia y el futuro de la tenencia académica ha cobrado mayor importancia. ¿Es hora de replantear este sistema anacrónico y buscar nuevas formas de gestionar el empleo en el ámbito académico?
El origen y la evolución de la tenencia académica.
La tenencia académica, tal como la conocemos hoy en día, es un invento estadounidense del siglo XX. Inicialmente, la concesión de la tenencia estaba bajo el control de los presidentes y las juntas directivas de las universidades. Sin embargo, en las décadas posteriores, se produjo una proliferación de nombramientos de tenencia y, lo que es más problemático, estos nombramientos pasaron a ser responsabilidad de los propios docentes. Hoy en día, el proceso de otorgamiento de la tenencia implica la participación de diversos comités y la aprobación final de un presidente y una junta directiva.
La falta de flexibilidad de las universidades y el impacto de la tenencia.
La capacidad de adaptación y cambio es crucial para el éxito en cualquier mercado, y la educación superior no es una excepción. Sin embargo, la tenencia académica, diseñada para brindar estabilidad laboral, a menudo se convierte en un obstáculo para la flexibilidad y la innovación en las universidades. Los líderes universitarios reconocen la necesidad de cambios, pero se muestran renuentes a tomar medidas que puedan afectar la estabilidad y la reputación de la institución. Además, el costo económico de los nombramientos de tenencia puede ser significativo, lo que limita aún más la capacidad de las universidades para adaptarse a las demandas cambiantes del mercado educativo.
El declive de la tenencia y la resistencia al cambio.
Aunque solo la mitad de los provostos actuales respaldan la tenencia académica, pocas universidades están dispuestas a renunciar a este sistema. El temor a las protestas de los docentes y a perder ventaja competitiva frente a otras instituciones son algunas de las razones detrás de esta resistencia al cambio. Sin embargo, algunas universidades están optando por contratar profesores contingentes en lugar de otorgar la tenencia, lo que ha llevado a una disminución gradual pero constante de la práctica. A pesar de esto, el ritmo de cambio sigue siendo lento en comparación con otras industrias.
La necesidad de gestionar la tenencia y los costos de manera efectiva.
Aunque la tenencia académica puede coexistir con una gestión y control de costos adecuados, muchas universidades han optado por aumentar las tasas de matrícula año tras año en lugar de abordar los problemas estructurales. La disminución de la matrícula, la falta de confianza pública y los casos de violaciones a la libertad de investigación y expresión han llevado a una crisis en el sistema universitario. Sin embargo, a menos que los gobiernos estatales intervengan y promuevan una abolición o revisión drástica de la tenencia, es poco probable que se produzcan cambios significativos en el corto plazo.
La tenencia académica se ha convertido en una trampa para muchas universidades, limitando su capacidad de adaptarse a los cambios en el mercado educativo y restringiendo la flexibilidad necesaria para el éxito. Aunque algunos argumentan que la tenencia es esencial para proteger la libertad académica, es necesario replantear este sistema y buscar nuevas formas de gestionar el empleo en el ámbito académico. Las universidades deben encontrar un equilibrio entre la estabilidad laboral y la capacidad de cambio para garantizar su supervivencia en un entorno educativo en constante evolución.